viernes, 24 de septiembre de 2010

Cromosoma Filadelfia




Saliendo de una cueva donde era oscuridad al principio y luego penumbras, voy viendo una luz especialmente brillante. Por ahora mis ojos no se acostumbran, y me debo tapar un poco con la mano. La mano está un poco flaca, pero sirve para este propósito por lo menos. Inspiro profundo. Se puede sentir el aire fresco del exterior, y comienzo a imaginarme esos árboles frondosos, ese manantial cruzando rebelde por donde le da la gana, esas ardillas que se esconden al escuchar pasos…

“Solo fue un susto nomas…”

Pero sé muy bien que no solo fue eso. Algo cambió en mi vida. No hablo del descubrimiento de mi cromosoma Filadelfia. Hablo de mi manera de ver las cosas. ¿Antes del túnel? Había lo mismo que me estoy imaginando… los mismos árboles, los mismos manantiales, las mismas ardillas. Solo que ahora las puedo disfrutar… si, hasta disfruto de su recuerdo.

Me froto los ojos… cada vez mas luz.

Hay algo más. Mi mano esta agarrando algo suave, firme… es otra mano. Una mano que me acompañó durante todo el viaje, una mano que no me soltó en la oscuridad.
Saliendo de a poco, mi corazón late cada vez mas fuerte. Sé que no voy a volver a caminar rápido. ¿Para que? Prefiero detenerme en cada rincón… vida hay una sola no? Sé que no voy a volver a caminar firme y fuerte. ¿Para qué? Si tomado de esta mano, puedo volar…

Ya siento el solcito en mi rostro, que casi automáticamente dispara una sonrisa a quemarropa.

“Un poquito más… solo un poquito más…”