martes, 8 de marzo de 2011

Al amor de mi vida.

Seguramente, ahora que lo pienso, dejé nuevamente la plancha con el selector de calor encendido, o sea, de nuevo me olvidé de pasarlo a 0 antes de desenchufarlo…

Y seguramente también, ahora que lo pienso, Pily me va a hacer un llamado de atención nuevamente.

Y seguramente además, yo tenga que hacer un esfuerzo extraordinario para sacarle una sonrisita con alguna mueca de “yo no fui” o algo parecido.

Hoy, yendo en tren hacia Lujan, me di cuenta de muchas cosas sobre Pily. Y sobre mi. Sobretodo sobre mi.

No es sólo que adoro su manera de contarme los motivos de la Primera Guerra Mundial, o de cómo la virgencita de Lujan llegó a Luján.
Tampoco es solo que adoro su manera de retrasarse constantemente para sacar alguna foto a faroles o a cúpulas viejas.
Y tampoco es solo que adoro su forma de apiadarse de la gente en general.

Es que adoro su mujeriez.

Es decir…
Verla caminar moviendo sin darse cuenta las caderas, y voltearse sin darse cuenta con un movimiento casi publicitario…
Escucharla dar ordenes desde el baño como si ese sector estuviera fuera de su área de control y necesitara sentirse útil aun estando duchándose…
Ver sacar de las góndolas de los supermercados infinidad de cosas, para comparar precios entre si y entre otras marcas de otros supermercados…
Refunfuñar mientras esquivo esa cueva llenas de estalactitas con forma de ropa interior que siempre cuelgan en el baño…

Pero Lo que mas me gusta es recostarme sobre ella y que siempre tenga fuerzas para mimarme… que ella se tire sobre mi buscando protección y que yo se la pueda dar… y que me cocine cosas ricas.

En estos casos ejemplificar es difícil, enumerar es complicadísimo, y recordar todo es imposible. Pero vos y yo, amor, sabemos que en el cada día que estamos formando juntos hay cosas tuyas y mías, únicas…

Yo sé que los regalos materiales te encantan.

Pero hoy, tengo ganas de regalarte un “juntos para siempre…

Te amo LINDA.