lunes, 23 de octubre de 2017

Día 18: "Abuelo."

Una palabra tras otra, a cuenta gotas, denotando una parsimonia intrigante. Como un tambor marcando un ritmo lento... suave... pero sumamente exacto. Resonando en lo mas profundo de mi ser...
Su relato descansaba cada tanto en una sonrisa pícara, de esas que solía tener cada vez que viajábamos a ese mundo ideal, o a cualquier mundo en realidad. En esa pausa no había vacío, sino que estaba lleno de ecos y pensamientos emergentes del relato previo. Como quien se mete una cucharada de helado y cierra los ojos mientras juguetea con la lengua disfrutando el sabor. Esa pausa era estratégica... al viejo no se le escapaba nada.
Y de repente, como una brisa que abre la ventana para refrescar la habitación, retomaba la historia. Héroes, villanos, fantasía... cada tanto pienso que debería haber un premio Nobel al contador de cuentos, y sé exactamente quién sería el ganador. Pero no importa eso, para mi el mejor era él.
Una emoción tras otra en un sube y baja permanente. Esos momento que no querés que terminen jamás.

Pero terminan. Siempre terminan. Con ese gustito amargo a poco. Pero con ese gustito dulce de que ya falta menos para la siguiente historia. Porque siempre terminan, pero siempre comienzan de nuevo.

Hasta que un día de lluvia (o de sol, no recuerdo..), su propia historia terminó. Y nunca más comenzó de nuevo...