domingo, 16 de enero de 2011

America


Sábado, 6 de la tarde. Calor desafortunado para quien no tiene aire acondicionado ni ventilador (piscina y manguera son un lujo que está de más mencionar).
La calle, último destino deseado, pero tuve que afrontarlo ante la reiterada demanda de hija menor, desesperada por ir a la casa de su amiga que tiene pelopincho.
TAXI! Hasta Donato y Mendez, dejo a la chiquita y vuelvo a la baticueva vaporosa donde lo tomé. Qué lindo que se está acá con el aire! Vaya despacio hombre, no hay apuro...
De regreso me tienta la idea de una cerveza en la placita de la esquina.
Banco de cemento a la sombra.
Me saco las zapatillas y empiezo a leer el cuento del Página, pero como pierdo el hilo de la trama me acuesto.
Temo por las Nike Cortés que compré hace 4 años en cuotas. Me las pongo de almohada y me abrazo a la cartera.
Debe haber pasado una hora. Abro los ojos pero no me incorporo, me quedo un rato más acostada. El cemento está cómodo y no me robaron las zapatillas, pero tengo la cara hinchada y la pipa grabada en la mejilla derecha.
Un tipo no deja de mirarme desde la otra punta de la placita. Lo ignoro pero se acerca. Se sienta a pocos metros. Yo de espaldas, todavía descalza abrazada a la cartera.
Una voz grave, Querés venir a bailar a América conmigo?
Qué?
Salir conmigo, a América, para pasarla bien. No tenemos sexo si no querés...
No, no. Gracias.
Dale, me gustas, salgamos a divertirnos, a pasarla bien.
NO! Muchas gracias!
Sigo de espaldas abrazada a la cartera. Ni lo miro.
Se va, estoy a salvo de nuevo. Suelto la cartera y relajo sólo unos minutos, porque irrumpe nuevamente mi quietud tirando bruscamente un papel sucio al lado de mi pierna y se va corriendo.
Leo Gastón y ocho números después del 15.
A la mierda!
Qué película se habrá hecho este fulano...
Me deprime imaginar mi aspecto en este momento.
América?

-Jessica B y su habilidad para revolucionar mentes y corazones.