lunes, 15 de agosto de 2011

La misión - Capítulo 1

Un mundo que no se detiene, donde lo superficial parece haber ganado un puesto principal, donde quedó relegado lo romántico, lo profundo, lo bueno, donde la gente te esquiva o te choca, donde no podés mirar al costado por miedo a que ese tipo todo sucio que está tirado de odie, donde saber el precio del tomate es mas doloroso que la pérdida de un amigo, y donde vivimos vos y yo... o mejor dicho, donde sobrevivimos vos y yo, tratando de tener todo listo para que algun día podamos vivir...
Y en ese mundo, una nube...

A ambos les cuelgan las patas por el borde, y ambos las balancean.

-Pucha que los extraño...

-Y si, el que tejedi por lo menos podría hacer algo para que ese sentimiento fuera menos profundo... no? Pero buen, creeme que a la larga te acostumbras. Incluso, hasta a veces vienen antes de lo que pensás.

-No no, prefiero que se queden laargo rato allá y vivan felices. Para eso bajé, no?

Este último sonrió, y la mano del otro paso por su cabello blanco.

-Si te sirve de consuelo, pensá que les hiciste mas bien que mal.Si no hubieras bajado... andá a saber que destino les esperaba.

Hubo un pequeño silecio, mientras uno se estiraba y el otro jugueteaba con los dedos.

-Pero yo no quería subir...

-La misión es la misión, Pablito...

-Pero... los hice sufrir. Mucho tiempo pasaron penando por mi...

-Pero pudiste despedirte, lograste tu misión... Ya sabés como es el tema..

-Si si... vas, estas algunos años, y luego, cancer y volvés.

El otro, al escuchar esto, se enderezó y lo miró con crudeza... En esa posición, se podía distinguir que lo superaba en tamaño. Al tener una mirada pueril como respuesta de su compañero, largó una carcajada.

-Decime... ¿que ves abajo?

-Bueno... desde tan lejos se dificulta ver - bromeó.

-Dale...

-Veo amor. Veo mucho amor. Y veo desconfianza. Esa desconfianza que adormece el amor... - suspiró profundamente.- Bueno basta.

-Y con el resultado de tu misión, que lograste?


-Despertar el amor en algunos...

-Suficiente entonces!

Y se paró ágilmente sobre la nube. Y le extendió la mano al otro, que seguía mirando hacia abajo con preocupación.

-Vamos!

El otro aceptó la ayuda, y se paró también. No observó el magnífico espectáculo que era el despliegue de alas de su compañero mayor, ni el increíble despegue del mismo. Solo siguió observando hacia abajo. Y añorando...

Y él también despegó.



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