miércoles, 23 de abril de 2014

El grito

Un grito me despierta, y no es efímero ni eterno.
Tampoco lo es mi despertar… estoy despertando.
Una voz recalca por enésima vez que me pierdo en el otro,
Cosa que escucho por primera vez.
El grito es de desesperación, pero la música que prosigue es de esperanza.
Un violín susurra que todo va a ir bien. Una guitarra rasguea un acorde de consuelo.
Y un piano me inserta notas de calma.
El grito es un grito ahogado. Estuvo encerrado tanto tiempo que salió casi sin fuerza.
Pero casi me rompe los tímpanos.
Ahogado… pero hay una mano que se estira para sacarte.
El grito es de dolor también. El cáncer se manda de las suyas a veces.
Desespera. Ahoga. Duele.
Cansa.
Y me estoy despertando, y me siento cansado.
Pero no importa, todo bien.
Porque el grito es mío. Y activó alguna parte de mi conciencia.
Y estoy pudiendo ver la luz del día. Estoy pudiendo oler las plantas.
Estoy pudiendo amar. Estoy pudiendo escribir.
Estoy despertando, y cada vez tengo más ganas de estar completamente despierto.
De a poco, más o menos, como dice esa voz que recalca miles de cosas.
Gracias a ese grito, estoy despertando.



Y si, en gerundio.


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