Al borde de la cama se encontraba ella, tomándolo de la mano, con los ojitos entreabiertos. Siempre estaba al lado de él. Y mas aun en ese momento...
Él la miraba. Sus dolores jamás podrían evitar que él la admirase así. Ella le parecía lo mas hermoso del mundo. Esa manera en la que estaba combatiendo el sueño le encantaba. Ella era muy combativa en general... toda la vida luchando. Incluso, luchó para estar con él. Y por eso la amaba. Y sabía que eso era correspondido.
La melancolía. Una de las características de los atardeceres.
Ella estaba somnolienta, cansada de tanto estar despierta. Fue un día intenso, una semana intensa. Una vida intensa. Pero además de intensa, linda. Porque ella lo encontró, y él la encontró a ella. Y no hubo ni un solo día que no se hayan disfrutado. Correr, cantar, bailar... luchar codo a codo. Ella siempre dijo que lo bueno de remar en dulce de leche, es que la victoria es dulce, y le podés pegar un lengüetazo al remo al final. Pero bueno... ya estaba cansada.
El cansancio. Una de las características de los atardeceres.
Él la vio cabecear un par de veces, y sonrió. Era hermosa incluso hasta con la boca abierta. Pensó de repente que ya estaba listo para irse, y cerró los ojos... sin dejar la sonrisa que le había causado ella.
La disminución de la luz al caer el sol. Una de las características de los atardeceres.
Ella no se dio cuenta que él aflojó la mano de la cual se estaban tomando, porque cayó dormida. Pero lo curioso es que ella nunca más se despertó. Se fue con él, de la mano, como siempre.
La unión para siempre. Una de las características del amor...
lunes, 15 de agosto de 2016
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